“El mundo era tan reciente
que muchas cosas carecían de nombre”
(Gabriel García Márquez. Cien Años de Soledad)

 

La Banda de los Corazones Solitarios del Sargento Pepper, de Los Beatles, una de las máximas expresiones de la música y la estética del rock and pop psicodélico, y Cien Años de Soledad, de Gabriel García Márquez, obra cumbre del boom latinoamericano, si bien pertenecen a distintos campos artísticos vieron la luz en un mismo año: 1967, en el mismo mes y casi en la misma semana. A partir de algunas observaciones podemos entonces dar cuenta de cierta aproximación entre las búsquedas de la psicodelia y el realismo mágico, corrientes artísticas dentro de las que se las incluye.

Ambas obras, producto de un contexto estético social de experimentación artística, tienen protagonistas que, si bien difieren en su idiosincrasia, pueden acercarse en algunos otros aspectos.  Uno, el sargento, tiene un nombre extraño, de un condimento —Pimienta—, lidera una banda militar musical extemporánea, anclada en la nostalgia y enfundada en antiguos trajes multicolores. En el film animado Yellow Submarine (G. Dunning, 1968), la historia se amplía y el sargento, a bordo del estrafalario submarino y con la ayuda de Los Beatles, logra vencer a los “blue meanies” en medio de un escenario onírico, colorido y psicodélico.  La otra, cuenta las desventuras de un coronel con un apellido similar a un saludo —Buendía—, del linaje de los fundadores del pueblo de Macondo, quien libró treinta y dos batallas y no obtuvo ninguna victoria.

 

En cuanto a las referencias cromáticas, es importante destacar la similitud entre el submarino “amarillo” y las mariposas del mismo color que aparecen en la novela para representar el amor imposible entre Renata Remedios Buendía y Mauricio Babilonia. Esos lepidópteros de color limón oficiaban como un cortejo que precedía la aparición de Babilonia en la trama. Respecto de la utilización de colores propia de la psicodelia pop y del realismo mágico, Juan Constaín, novelista e historiador colombiano sostiene que: “Uno podría decir que ambas obras, cada una a su manera, hicieron el tránsito en el mundo entre la imagen en blanco y negro y los colores: por la exuberancia, por la belleza, por el desbordamiento de las formas en cada una de ellas”. (2017)

Las dos obras dan cuenta de un período de reclusión y trabajo profuso de sus autores, tal vez con la conciencia de que se estaba a las puertas de algo verdaderamente novedoso. En efecto, Los Beatles se recluyeron en la sala 2 de los estudios londinenses de Abbey Road y García Márquez en su estudio, con su mono de trabajo, un cigarrillo tras otro y al compás frenético de sus dedos pulsando la máquina de escribir como un pianista.

Existen algunas pruebas que pueden alentar estas relaciones y referencias. García Márquez había escuchado a Los Beatles por primera vez en México en 1963; y, según él mismo cuenta, siguió haciéndolo durante las pausas de su trabajo durante la escritura: “A partir de entonces descubrí que el universo estaba contaminado por ellos. En nuestra casa de San Ángel, donde apenas si teníamos donde sentarnos, había sólo dos discos: una selección de preludios de Debussy y el primer disco de los Beatles (…) Con más de cincuenta años encima y todavía sin saber muy bien quién soy, ni qué carajos hago aquí, tengo la impresión de que el mundo fue igual desde mi nacimiento hasta que Los Beatles comenzaron a cantar”. (1980).

Ahora bien, a la hora de definir su obra, García Márquez aseguraba que Cien Años de Soledad era un vallenato. Se trata de un género musical oriundo del Caribe colombiano declarado Patrimonio Cultural inmaterial de la humanidad en 2015.  Proviene de la inmigración europea y consigue su sonido en base al acordeón —de origen alemán— y la caja vallenata, una especie de tambor que usaban los esclavos afrocolombianos. En cuanto a las letras, la métrica es propia de España. A continuación, uno de sus preferidos.

 

A modo de cruce solidario, existen algunas correspondencias de la literatura como fuente de inspiración para temas de Los Beatles. Por mencionar una, puede encontrarse un eco de Alicia A Través del Espejo y Lo Que Alicia Encontró del Otro Lado (Lewis Carroll, 1871) en I am The Walrus (1967), especialmente en el poema La Morsa y el Carpintero. La canción fue compuesta por John Lennon el mismo año que las dos obras antes mencionadas.

Coda:

Sin ánimo de forzar situaciones y conceptos como para que entren a regañadientes o con fórceps en alguna teoría, nos hemos detenido a observar cierto evento. Lo hicimos a partir de un paradigma que entiende al arte como una expresión cultural situada en un tiempo y espacio determinado, atravesado por determinadas corrientes que dan cuenta de conceptos y expresiones. Y también adscribiendo al concepto de Artes, en tanto formas de expresión capaces de acercarse, yuxtaponerse hasta conformar una producción de sentido de carácter mixto o híbrido.  Dentro de ese paradigma y sin ser los primeros en hacerlo, puntualizamos algunas características que permiten dar cuenta de la presencia de la música en el proceso creativo de la literatura, como también las vinculaciones posibles de ambas artes en obras situadas en un mismo contexto de época. Si bien la muestra resulta pequeña, sirve para plantear los tipos de vinculaciones entre estas artes y abrir entonces a una observación más general de este fenómeno.

Buenos Aires, julio de 2025.

 

Referencias:

  • Constaín, J. (2017)” Todo es color: 50 años de ´Cien años de soledad` y ´Sgt. Pepper´s lonely hearts club band´”, en El Tiempo, Bogotá, Colombia.
  • García Márquez, G. (1980) “Sí, la nostalgia sigue siendo igual que antes”, en El espectador, Medellín. Colombia.
  • Martín Rodrigo, I. (2018) “Gabriel García Márquez: El realismo mágico se inspiró en Los Beatles”, en ABC Cultura, Madrid, España.
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