The Verve fue una banda de rock inglesa formada en 1990. La banda estaba compuesta por el vocalista principal Richard Ashcroft, el guitarrista Nick McCabe, el bajista Simon Jones y el baterista Peter Salisbury. Posteriormente, se unió a la banda el guitarrista y teclista Simone Tong. El gran éxito comercial de la banda fue el álbum Urban Hymns de 1997, uno de los más vendidos en la historia de las listas británicas. El álbum incluye los exitosos sencillos Bitter Sweet Symphony, The Drugs Don’t Work y Lucky Man. En 1998, la banda ganó dos premios Brit, obteniendo el premio a Mejor Grupo Británico, y en febrero de 1999, Bitter Sweet Symphony fue nominado al Grammy a Mejor Canción de Rock.
Poco después de su apogeo comercial, The Verve se disolvió en abril de 1999, alegando conflictos internos. Se reagruparon en 2007; sin embargo, volvieron a separarse en 2009. Si bien, Bitter Sweet Symphony es el mayor éxito de The Verve y fue escrita por Richard Ashcroft, los derechos de la canción pertenecen a la banda liderada por Mick Jagger y Keith Richards, ni mas ni menos que The Rolling Stones, ya que los créditos de esta melodía están a nombre de estos dos integrantes de la banda del logo de la lengua. No se trata de una colaboración entre los músicos, sino de un acuerdo establecido entre ambas bandas para usar una muestra de cinco notas de la canción The Last Time del álbum Out Of Our Heads. La licencia para trabajar con esa melodía fue autorizada por sus autores y también por el estudio discográfico Decca Records. Todo estaba en regla o así parecía en ese momento.
Fueron más de 50 arreglos los que The Verve incorporó a aquellas cinco notas que pidieron prestadas a Jagger y Richards, entre ellos, una mezcla orquestada de 1965 realizada por Andrew Loog Oldham. Pero aquella incorporación, lejos de separarlos de la versión Stone, los condenó aún más a perder su mayor hit a la larga. Andrew Loog Oldham produjo los primeros trabajos de los Stones hasta 1967, año en que vendió los derechos de sus canciones a Allen Klein, mánager de los Rolling Stones. Esta estupenda canción es un ejemplo de tantas y tantas trifulcas causadas por ambiciones, por derechos de copyright, por sociedades, por managers buscando tajada, o por todo lo que a la postre cuestiona, con razón o no, el trabajo de una banda o de unos artistas.
Después que The Verve solicitó la licencia y recibió autorización de Decca Records y posterior a que Bitter Sweet Symphony se convirtiera en un éxito mundial; si no hubiera sido así no habría pasado nada, The Verve fueron demandados enseguida por el ex representante de los Stones, Allen Klein. La reclamación se basaba en que habían roto el acuerdo al usar una porción más larga que la que cubría la licencia, algo que The Verve siempre negó. La banda resolvió el problema fuera de los juzgados incluyendo a Mick Jagger y Keith Richards en los créditos de la canción y entregaron el 100% de sus derechos de la canción a Klein, porque parecía más barato que luchar en los tribunales. Pero entonces aparece otro elemento, el de la versión orquestal y primer manager de los Rolling, Andrew L. Oldham que poseía los derechos de las notas del sample. Así que, finalmente, después de todo el lío, la banda de Ashcroft perdió todo derecho, no sólo no podían ganar dinero con su mayor éxito, sino que también se les quitó el control de la canción y también les costaría la existencia como agrupación, después de tantos disgustos Richard sufrió una crisis nerviosa y el grupo se deshizo.
Pero vamos a la música. Está considerada por algunas emisoras de prestigio entre las 100 mejores canciones de todos los tiempos y en puestos de cabeza. La melodía se antoja preciosa con el juego de violines, mezclando clásica con rock y las notas de un instrumento que no acabo de identificar, ¿mandolina quizás?, sumando la parte vocal y coros montan un extraordinario sonido para el buen oído. El estilo musical de Richard Ashcroft está profundamente arraigado en las tradiciones del rock y el britpop, pero trasciende estas para incorporar una mezcla de elementos sinfónicos y reflexiones personales. Influencias de íconos como los Rolling Stones y The Beatles son evidentes en su obra, junto con una tendencia a trascender lo ordinario a través de letras poéticas. Esta singular fusión de rock con componentes orquestales refleja un entramado cultural entrelazado con movimientos musicales históricos, lo que hace que sus composiciones sean resonantes y atemporales.
La colaboración de Ashcroft con el resto de The Verve fue crucial para la producción de Bitter Sweet Symphony, con sus majestuosas cuerdas y una orquestación arrolladora que atrapa al oyente desde la primera nota. El famoso sample orquestal, originalmente de The Last Time de The Rolling Stones, le dio un giro innovador a la canción, capturando un eterno equilibrio entre melancolía y esperanza. El papel de Richard Ashcroft en la creación de esta obra maestra no solo definió la esencia musical de The Verve, sino que también inscribió su nombre en la historia del rock.
Porque es una sinfonía agridulce, esta vida.
Intentar llegar a fin de mes.
Eres un esclavo del dinero, luego te mueres.
El video es un video conceptual que sigue al cantante principal, Richard Ashcroft, caminando por una concurrida calle de Londres. Ashcroft camina en gran parte en contra del tráfico peatonal, pero se niega obstinadamente a desviar su trayectoria para evitar colisiones; esto resulta en que atropella a mucha gente, salta sobre el capó de un coche e incluso atropella a una mujer; posteriormente, es reprendido por varios personajes. Solamente parece llamarle la atención un Jaguar donde se refleja en los cristales. El video termina con los miembros de la banda de Ashcroft uniéndose a él. Mientras la banda continúa caminando por la calle y se aleja de la cámara, el video se funde a negro. A pesar de la aparente falta de marcadores geográficos evidentes, es bastante evidente que el vídeo se ambienta en Londres (de hecho, se rodó en Hoxton and Falkirk Street, Londres N1). Las primeras tomas nos presentan un entorno urbano muy congestionado, plagado de obras y atascos, cuyo efecto se compensa con el uso de colores sombríos, iluminación tenue y el polvo que se eleva hacia el cielo.
Al empezar a caminar, Ashcroft ve detrás de él una tienda de “Golden Fried Chicken” y un quiosco con un cartel de “Lotería Nacional”. Estos carteles ayudan a indicar que se trata de una zona común de la ciudad: las tiendas de pollo frito son conocidas por vender comida barata y poco saludable, mientras que la Lotería Nacional, un concurso al que acuden más personas de estratos socioeconómicos bajos, ofrece la oportunidad de escapar hacia una vida más plena. En definitiva, el entorno dista mucho de ser glamuroso; es la antítesis de un vídeo ostentoso de una gran discográfica. Es muy apropiado por varias razones. En primer lugar, la ambientación ayuda a comunicar que The Verve es una banda de clase trabajadora; son gente común y corriente que canta canciones sobre la gente común. En segundo lugar, ayuda a reflejar que la canción es una sinfonía agridulce: una historia que mezcla miseria y placer. Finalmente, la ambientación encaja a la perfección con el título del álbum del que proviene: Urban Hymns ; es decir, canciones de la vida urbana.
La canción fue lanzada en junio de 1997 y entró en la lista de sencillos del Reino Unido en una posición respetable, pero ascendió rápidamente, alcanzando el número dos, posición que mantuvo durante varias semanas. A pesar de nunca alcanzar el primer puesto, Bitter Sweet Symphony se forjó su propio nicho, eclipsando a muchos contemporáneos tanto en sonido como en legado. En Estados Unidos, alcanzó el número 12 en el Billboard Hot 100, consolidando a The Verve como una fuerza significativa a ambos lados del Atlántico. Comparada con otras canciones en las listas de éxitos, Bitter Sweet Symphony fue un éxito revolucionario que marcó una nueva era para la banda. Antes de su lanzamiento, The Verve había disfrutado de un éxito moderado, pero esta canción catapultó su popularidad a nuevas alturas, permitiéndoles trascender la escena del britpop, algo nicho. No fue una simple continuación; rápidamente se convirtió en sinónimo de la identidad artística de The Verve , influyendo enormemente en su trayectoria y asegurándoles un lugar en la historia de la música.
Otra consecuencia amarga; además de las demandas de Allen Klein y de las tensiones que llevaron a la separación de The Verve- se materializaron en el ámbito comercial, cuando Nike solicitó usar la canción en uno de sus spot publicitarios. Si bien Ashcroft se negó a aquello, una vez que se transfirieron los derechos a Allen Klein, la marca deportiva negoció con él y finalmente sí usaron Bitter sweet symphony.
Pero todo tiene un final relativamente feliz. En mayo de 2019, Richard Ashcroft recibió el Premio Ivor Novello por su Contribución Destacada a la Música Británica. Durante su discurso de aceptación, informó al público que la disputa con ABKCO y The Rolling Stones había terminado gracias a una negociación con Jody, hijo de Allen Klein, y Joyce Smith, la actual representante de los Stones. Durante el discurso, agradeció a Mick Jagger y Keith Richards por reconocerlo como “autor de una obra maestra“.
Lo que no se puede negar es que la música era una clara imitación de la versión de The Last Time de la Orquesta de Andrew Oldham. Sin ese sample, la canción no sería ni de lejos tan memorable. Sin embargo, la letra es fantástica. La brillantez del sentimiento filosófico envuelto en el título contradictorio fue testimonio de la visión de Richard Ashcroft. Es una pena que se tardaran más de 20 años en arreglar el desastre. Podría haberse llegado a un acuerdo al 50/50 entre The Verve, Andrew Loog Oldham y David Whitaker. Al final, Allen Klein, Mick y Keith se enriquecieron como bandidos. Pero después de todo, ellos eran los que poseían los derechos de la canción y, como dicen; “La posesión es nueve décimas partes de la ley”.
En 2008, recuerdo haber visto Live 8 desde Hyde Park, Londres, por televisión. Coldplay interpreta Bitter Sweet Symphony con Richard Ashcroft. Fíjense en la introducción de Chris Martin, de Coldplay. La presenta como “una de las mejores canciones jamás escritas“. Es una mezcla impresionante de talentos. Como nota final, a título personal. Mas que el mito popular y que la mayoría que todo mundo da por cierto sobre que Yoko Ono fue la culpable de la separación de The Beatles, yo pienso que Allen Klein es el verdadero monstruo escondido detrás de la separación de los Fab 4.
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