Era el año de 1997 y aún me encontraba trabajando en el área técnica de Locatel, manejaba mi primer automóvil, un Atlantic azul, que por las restricciones vehiculares, el auto descansaba un día a la semana para circular. Recuerdo perfectamente que era los días jueves y mi compañero y amigo Luis Cervantes (QEPD), me daba un aventón hasta casa, en uno de sus tantos vochos. Siempre bromeaba que “iba a reunir una flotilla de vochos” con su sueldos, ¿Para qué?, ni él sabía que pronto iba a terminar su paso terrenal.

Cuando íbamos en su auto siempre sintonizaba Radio Universal y el tenía especial predilección por subir el volumen cuando tocaban alguna melodía que le gustaba, entre las que puedo recordar están la canción de Zuchero, Il Volo. Pero si había una que le fascinaba si la programaban en ese inter era la melodía One Headlight (En español – Un faro) de The Wallflowers, entonces sonreía, me volteaba a ver hacia el asiento del copiloto para subirle el volumen a todo lo que daba al estéreo del auto y empezaba a brincar rítmicamente en su asiento para cantarla a grito abierto.

Para The Wallflowers, esta canción fue un sencillo que se convirtió en un maremoto mediático y que fue, es y será la memoria más refinada y grandiosa del proyecto de Jakob Dylan, si, adivinaron, es hijo de la leyenda viviente Bob Dylan. Muchos recordarán una letra que llevaba a pensar en la muerte de una mujer: “Bien dicen que ella murió sencillamente por un mal cardiaco… así lo escuché entre los arboles del cementerio…“.

 

Pocas cosas hay más desagradecidas en la vida, pocas más crueles y devastadoras, que el hecho de tener un padre famoso. Bueno, más que famoso, un ídolo, un mito, una leyenda viva. El hijo, por mucho que se esfuerce en labrar su propia identidad, por seguir su propio camino, va a ser inexorable e irremisiblemente comparado de manera dura y despectiva con su progenitor. Existen muchos casos que refrendan esto: en el mundo del fútbol, por ejemplo, el bueno de Hugo Sánchez Portugal nunca pudo hacerle sombra al mito de su padre Hugo Sánchez Márquez a pesar de ser un jugador aceptable. En el séptimo arte ni Michael Douglas ni Kiefer Sutherland, a pesar de ser excelentes actores, han logrado rebasar la fama de Kirk y Donald. En el mundo de la música hay incontables ejemplos de hijos que no logran emular a sus padres, caso de James McCartney, el cual nunca ha logrado ser más querido y admirado que su padre el gran Paul McCartney.

En este contexto es donde situamos la historia del cantante de The Wallflowers, si miran alguna foto suya es la versión mejorada de su padre. Incluso su timbre de voz es más agradable, menos nasal, más armónico… La verdad es que de poco vale cuando se le compara constantemente, sin dejar margen a extrapolar su carrera y constatar que el bueno de Jakob, -a pesar de no llegarle a su padre ni a la suela del zapato en cuanto a reconocimiento y popularidad -, si bien no ha tenido continuidad, logró hacerse mundialmente famoso con este su one hit wonder.

One Headlight fue el segundo sencillo del álbum Bringing Down The Horse (1996), un álbum multipremiado que mostraba en su portada estrellas doradas sobre fondo negro y que salió publicado el 24 de febrero de 1997 a través del sello Interscope y la producción de T-Bone Burnett. En listas rompió barreras al situarse número uno en listas independientes americanas y canadienses, tanto es así que logró llevarse los Grammy a mejor canción de rock y mejor interpretación de grupo y en el año 2000, la revista Rolling Stone la consideró como una de las mejores 100 canciones de todos los tiempos.

MTV la situó en el número 58 de las 100 mejores canciones pop de la historia y la verdad es que es una melodía muy bien construida, perfectamente válida para sonar constantemente en bares, emisoras o fiestas. En la ceremonia de premiación de los premios MTV Video Music Award, a de The Wallflowers se les unió Bruce Springsteen para interpretarla. A esa altura One Headlight se escuchaba en todos lados, llegando al segundo puesto  en los Hot 100 de Billboard. El video dirigido por Joe Perota sigue la línea visual del arte del disco y del estilo de videos de aquella época.

La letra es una composición bajo un estilo muy poético, al mejor estilo de Dylan padre, y trata temas como la amistad y la muerte, bajo una historia incompleta y abstracta con un final de múltiples interpretaciones. Las elucubraciones con respecto a la letra de la canción florecieron a lo grande en aquellos años, teniendo como versión favorita un posible suicidio de alguien cercano a Jakob. Nada más falso.

Esto llevó a que Jakob saliera a aclararlo: “Creo que hubo un malentendido. Hay gente que me pregunta quién murió. Nadie murió en realidad. Se trata simplemente de perseverancia, siempre he pensado que muchas personas tratan del mismo modo en que son tratadas. A todos nos gustan las oportunidades, nos agrada que nos brinden una posibilidad, y en los tiempos en que compuse aquella canción no sentía, por la razón que fuera, que me fuera brindada una oportunidad. Sentía que no podía hacer que el entorno me escuchara”.

Todo parece indicar que, a final de cuentas, el entorno sí escuchó lo que el hijo de Bob Dylan tenía que decir. Sólo fue cuestión de intentarlo para hacer que proliferaran y brillaran muchas estrellas doradas sobre un entorno oscuro. En ese mismo tenor, el líder de The Wallflowers se enfocaba más en la muerte de las ideas y en el escaso apoyo que había para la banda en cuanto al objetivo de completar la manufactura de aquel álbum: “Debería existir un código entre los seres humanos basado en el respeto y la valoración”, expuso en otro momento Jakob.

Sin bien The Wallflowers no lograron mantenerse en lo más alto después del éxito de Bringing Down the Horse, aun lanzaron al mercado cuatro álbumes más. Mucha gente los considera una banda de one hit wonder, sin embargo canciones como One Headlight hoy por hoy siguen sonando tan bien o incluso mejor de lo que se escucharon hace ya varios años atrás.

 

Sin embargo, en una ocasión reciente en un concierto, entre canciones alguien del público gritó “¡¡One headlight!!” y Jakob desde el escenario le respondió de una forma calmada: “Esa canción es sobre vivir en el pasado, ¿Estás viviendo en el pasado?”.

One Headlight, es a final de cuentas para muchos la historia de una amistad truncada por la muerte, la historia de una decepción, la historia de un viaje a medias, sin haberlo completado, quizás por la falta de apoyo, de cariño y de autoestima de los niños que se ven abocados a soportar la fama de sus padres y ser eternamente comparados por ello. Tal vez en realidad como dijo el autor, no murió nadie que inspirara la canción, pero yo al escucharla, viene a mi mente la memoria de mi amigo que si se me adelantó en el camino hacia la eternidad. Prefiero recordarlo así, cantándola a todo volumen al volante de su vocho, en las noches que salíamos de Locatel hacia la jungla de asfalto del entonces llamado Distrito Federal. Y en cuanto a Jakob Dylan, nunca nadie le podrá arrebatar su momento de gloria… Aunque fuera sólo con un faro encendido por una sola ocasión…

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