El año 2002 era de épocas en las que andaba en una etapa de mi vida para reinventarme. Estaba saliendo en aquellos días con una chica que conoció a The Beatles y a Paul McCartney por un servidor; pero sobre todo le compartí mi gusto en aquel entonces por el teatro. En ese año recuerdo que la invité a ver la obra El Graduado que era estelarizada por Margarita Gralia, quien mención aparte, realizaba un desnudo integral en una parte de la obra; aunque esa es otra historia. La cuestión es que en un segmento de la obra cuando la hija de la Señora Robinson escapa con el graduado, utilizaron para musicalizar esta secuencia la gran canción You’ve Made Me So Very Happy (Me Has Hecho Tan Feliz) de la banda Blood, Sweat & Tears.

Los orígenes de esta banda datan de 1967 cuando el pianista y organista Al Kooper, después de grabar con Bob Dylan, Jimi Hendrix y The Rolling Stones, decidió fundar una banda en Nueva York. Para el nombre eligió el título de una canción de Johnny Cash, quien a su vez se refería a una célebre frase de Winston Churchill y era ni más ni menos que Blood, Sweat & Tears (Sangre, Sudor y Lagrimas). Desde sus inicios, la banda pasó por numerosas iteraciones y abarcó una multitud de estilos musicales. Junto a la banda Chicago, uno de los principales iconos del llamado jazz rock, incorporaron elementos propios del rock, blues, pop y jazz mediante arreglos musicales complejos, diseñados para una sección rítmica de rock y una sección de instrumentos de viento; a diferencia de las bandas “fusión-jazz”, que tienden hacia pantallas de instalación instrumental y un poco de experimentación con instrumentos eléctricos.

Al Kooper grabó el primer disco con ellos y abandonó la banda, pero esto no significó la muerte de la misma; al contrario, todavía vendrían tres discos memorables, con las mismas ideas de Kooper, pero con mayores ambiciones y la inclusión de un nuevo cantante canadiense que sería el sello del grupo hasta su desaparición. Después que Kooper dejó la banda junto a otros dos miembros, Randy Brecker y Jerry Weiss; el baterista Bobby Colomby y el guitarrista Steve Katz se pusieron a buscar un cantante de reemplazo, y seleccionaron a David Clayton-Thomas. “Del rock and roll pasé al mundo de los graduados de Julliard” declaró Clayton a propósito de su incorporación a Blood, Sweat & Tears. Tres músicos más se unieron para formar una nueva banda de nueve miembros. De la misma manera de reinvención, ampliaron la sección de metales a cinco miembros, e hicieron su sonido aún más dominante que en sus inicios.

 

Columbia, su sello de grabación, asignó a James William Guercio (que trabajaba simultáneamente con la nueva banda Chicago) para producir el nuevo álbum. Su trabajo con la banda The Buckinghams y su uso de la sección de metales le habían sonado familiares con el estilo de sonido de Blood, Sweat & Tears. Con el grupo homogéneo de productor y banda, pusieron manos a la obra para su segundo álbum que titularon con el mismo nombre homónimo de la banda. Este no podía ser una aventura o experimentos como el primero y el resultado fue un éxito de varias de sus canciones y que le ayudó a convertirse en uno de los álbumes más comercialmente acertados de los años 60 y principios de los 70, ya que alcanzó el número uno en la lista de álbumes pop de Billboard Magazine y vendió más de cuatro millones de copias. La selección de las canciones fue mucho más orientada hacia el pop que el primer álbum con composiciones más apegadas a lo que buscaba la banda. Este fue grabado en los entonces pioneros estudios a nivel técnico CBS en Nueva York, que acababan de recibir uno de las primeras consolas de grabación modelo MM-1000 de 16 pistas, construidas por Ampex. La nueva tecnología permitía mucha más flexibilidad en la sobregrabación y mezcla de las consolas de cuatro y ocho pistas que eran estándares en 1968. El álbum fue una de las primeras grabaciones de 16 pistas lanzadas al público, que les permitió elaborar un álbum que sonaba muy moderno, fresco y fue seleccionado para el libro 1001 Álbumes que debe escuchar antes de morir, de 2006.

El corazón de la popularidad del álbum fueron sus tres exitosos singles. Si analizamos a detalle el primero llamado And When I Die (Y Cuando Muera), podemos notar que la letra de la canción da una perspectiva positiva sobre la muerte, afirmando, en el coro: “Y cuando muera / y cuando me haya ido / habrá un niño nacido, en este mundo / para continuar / para continuar”. Los versos se cantan como una imitación de estilo musical cowboy (a lo “Oklahoma”). Estos ingeniosos elementos conducen a coros realizados en una suave mezcla, excepto la última línea de coros, que se rompe. Tras el primer coro llega un solo de piano en el espíritu y estilo de los versos. Después del segundo, obtenemos un riff de trompeta, tocado en un estilo Lawrence Welk con efectos de galopeo de caballos . El resto de la canción sigue así, con innumerables cambios de ritmo y varios patrones instrumentales. El arreglo musical de la pieza grabada por Blood, Sweat & Tears difiere significativamente de las versiones anteriores, además, publicarían dos versiones de la misma, una de ellas, incluida en el álbum y que presenta dos partes instrumentales, y con las pausas entre los coros y los otros dos versos más largos que en la versión editada que fue publicada como sencillo.

En ese momento Blood, Sweat & Tears fueron invitados al memorable festival de Woodstock donde hicieron una actuación memorable que cerró su set con la canción You´ve Made Me So Very Happy. Cuando el festival comenzó el 15 de agosto de 1969, el álbum mencionado de Blood, Sweat & Tears era número uno en Estados Unidos y puesto que eran salvajemente populares en ese entonces, el grupo solicitó un pago de honorarios de $ 15,000 dólares por su participación en el festival. Para esos años 60, este era un pago descomunal y que solo era segundo después de lo solicitado por Jimi Hendrix. Desafortunadamente para Blood, Sweat & Tears, nunca se les pagó (el festival perdió dinero) y no fueron incluidos en la película, ya que de haberlos incluido, parte de las regalías se les hubieran tenido que pagar de este film que ganó un Oscar y se decidió eliminar su participación del metraje y esto condenó al casi olvido a Blood, Sweat & Tears en cuanto a Woodstock.

 

De la canción con la que cerraron su participación en el festival, You´ve Made Me So Very Happy, está canción ya había sido grabada previamente en 1967 por la artista de soul Brenda Holloway y Blood, Sweat & Tears decidió realizar un cover que acabo superando a la original. La suave voz de Clayton-Thomas y el sonido poderoso de los metales permitieron convertirla en un clásico del pop. Esta fue la primera de tres canciones que llegaron al número dos en Estados Unidos (junto a Spinning Wheel y la ya mencionada And When I Die). Y es que “Me has hecho tan feliz…” es una frase tan corta, pero a la vez tan poderosa y profunda. El expresarla con convicción encierra un pacto casi sagrado. Depositas la confianza y le das un mensaje a tu otra mitad que encontraste lo que esperabas y buscaste y por otra parte la invitas a continuar el trayecto de la vida juntos. La versión de Blood, Sweat & Tears hace varios cambios de ritmo que la hace interesante musicalmente.

Originalmente cuando Motown con Brenda Holloway la lanzó en 1967, alcanzó el puesto 39, esta canción fue incorporada al repertorio de Blood, Sweat & Tears por el fundador del grupo, Al Kooper, poco antes de que abandonara la banda. Sin embargo, este fabuloso arreglo sin duda tiene muchas señas de identidad de Kooper, sobre todo los múltiples segmentos de teclado (realmente suena como si Kooper estuviera tocando el órgano en este disco), así como la fabulosa y relajada coda. La canción en sí es una creación soul-pop bien elaborada y habría sido perfecta para casi cualquier voz de la banda Motown, como Diana Ross. Blood, Sweat & Tears sin embargo, la hizo suya, lo que resultó en un número dos en la primavera de 1969.

Clayton-Thomas escribió sólo una canción para este álbum, era Spinning wheel que presentaba varios cambios de tempo y vocales. Y si aun no estaban extasiados, tomen este tercer éxito de ese laureado álbum que significó el triunfo final para Blood, Sweat & Tears y que disparó a la banda a la fama internacional ya que para la navidad del año siguiente, ya era el álbum número uno del mundo. Curiosamente, Clayton-Thomas había escrito la canción dos años antes de unirse a Blood, Sweat & Tears e incluso la había grabado mientras todavía estaba en Toronto. “De hecho, grabé la canción para una compañía canadiense llamada Arc Records, que ya no existe, pero se quedaron horrorizados”, dice riendo. “Los del sello simplemente dijeron: ‘No, no. Queremos otro ‘Brainwashed’. Esto suena a jazz. El jazz no vende. No podemos ganar dinero con el jazz’. Básicamente, rompieron mi contrato y rechazaron el disco, así que lo guardé en el estuche de mi guitarra y lo llevé conmigo durante los dos años siguientes. Cuando me uní a Blood, Sweat & Tears, les toqué la canción y, como todos eran músicos de jazz, se conectaron al instante. Básicamente, tomaron la maqueta de Canadá y le añadieron instrumentos de viento”.

 

Y qué gran diferencia marcaron esos instrumentos. Clayton-Thomas atribuye su impacto a la fuerza del trompetista de la Blood, Sweat & Tears, Lew Soloff. En el momento de su lanzamiento original, Spinning Wheel encabezó la lista Billboard Adult Contemporary y alcanzó el puesto número dos en el Billboard Hot 100. La canción también fue nominada a tres premios Grammy en 1970, llevándose el honor al Mejor Arreglo Instrumental mientras que Blood, Sweat & Tears ganó en la categoría de Álbum del Año. Y, aunque han pasado casi 55 años desde entonces, la marca de una canción pop verdaderamente grande es su capacidad de mantener el significado incluso cuando el contexto cultural parece cambiar y transformarse.”Spinning Wheel fue simplemente mi forma de decir: ‘Oye, no te obsesiones con los movimientos porque todo se cierra’”, dijo Clayton-Thomas.

Actualmente y curiosamente parecido a lo que ha pasado con Chicago, la otra banda con la que siempre se les ha comparado en estilos, Blood, Sweat & Tears aun sigue ofreciendo shows con músicos que ya no son ninguno de los que formaron originalmente esta gran banda. Pero este álbum que les he reseñado y estos tres magníficos ejemplos son más que suficiente para que corran terminando de leer esta reseña y escuchen todo el material en streaming de estos geniales músicos de jazz/rock. Tal vez no van a encontrar a Margarita Gralia engalanando con su sensualidad las canciones. Pero les aseguro que les dejará un grato sabor de boca el virtuosismo que estos músicos ponen en cada una de sus interpretaciones.

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