Hace unos días atrás se informó en los medio de comunicación que el arzobispo de San Luis Potosí, Alberto Cavazos, envió una carta al gobernador del estado para pedirle que cancelara el concierto de Marilyn Manson, programado para el 10 de agosto dentro de las actividades de la Feria Nacional Potosina. En la misiva el religioso expresó: “El mismo gobierno ha puesto el tema de prohibir los narcocorridos, como vamos nosotros a hacer esas situaciones en las que se burle de las creencias, se burle de la fe y al burlarse también así, se burla de la persona, de alguna manera se le puede incitar”. Además agregó: “He mandado una carta al respecto (al gobernador), en bien de la sociedad, no sólo de los cristianos en general, que hemos visto el tema de su historia (de Marilyn Manson). Es algo que no aporta una hermandad o una alegría (sic)”.

Posteriormente se dieron los dimes y diretes entre la arquidiócesis y el gobierno, se involucró la sociedad civil con sus respectivos memes, así como amenazas de manifestaciones de un de personas pertenecientes a la vela perpetua, y todo por un simple concierto de rock de una de sus figuras polémicas. Recordemos que desde sus orígenes el rock and roll fue atacado, por una cierta parte de la sociedad, por tratarse de una música que alentaba la rebeldía en los jóvenes. Por supuesto que grupos religiosos y de la buena moral estaban involucrados en esto. Con el pasar del tiempo esta situación fue mutando con el cambio de generación. El pretexto ya no tenía que ver con el sensual movimiento de baile de Elvis Presley sobre el escenario o los escándalos de Chuck Berry o Jerry Lee Lewis, ahora era el uso de las drogas. Los rockeron, con sus letras y su sonido estridente, alentaban a la juventud a expandir su mente a través de sustancias prohibidas.

Pero quizá el tema más recurrente, por la iglesia y grupos religiosos, tiene que ver con el enemigo número uno de la fe: El Diablo y sus diversos compinches como los menciona la canción Year Zero del grupo sueco Ghost –Belial, Behemoth, Belcebú, Asmodeo, Satanás, Lucifer-. Por otra parte también varios grupos y solistas han contribuido a que este mito se haga más grande (entre ellos el mismo Marilyn Manson). Tan solo con la frase de John Lennon, “somos más populares que Jesucristo”, provocó en 1966 el movimiento de grupos civiles (incluido el ku kux klan) para evitar sus presentaciones en los Estados Unidos. Por otra parte The Rolling Stones titularon a uno de sus álbumes Their Satanic Majesties Request (1967) y luego publican una canción llamada Sympathy For The Devil. Y que decir de la leyenda del blusero Robert Johnson que en una encrucijada vendió su alma al diablo para convertirse en el mejor guitarrista de su tiempo o mucho antes el violinista Niccolò Paganini hizo lo mismo para ser un virtuoso en su instrumento musical.

Por supuesto que el género del heavy metal y sus variantes es el que más ha sido señalado por “su alto contenido satánico”. Ejemplos hay muchísimos desde Black Sabbath hasta Motley Crue, pasando por Iron Maiden, Metallica, Slayer y demás bandas de Death/Black/Speed/Trash Metal que han hecho de esta temática el punto central de su música. Desde el arte de las  portadas hasta las canciones que se incluyen han espantado a muchos persignados y por supuesto ha habido consecuencias sociales y legales. Mientras que integrantes de Mayhem quemaban iglesias en Noruega y quedaban en la mira de las autoridades por un asesinato, en Estados Unidos varios grupos tuvieron que enfrentar demandas por situaciones que tenían que ver con la influencia de su música en la juventud. A principios de la década de los noventa, la banda británica Judas Priest tuvo que enfrentar un juicio en donde los culparon del suicidio de un joven de nombre Raymond Belknap, ocurrido en diciembre de 1985, quien luego de drogarse junto con un amigo(James Vance) tomaron la decisión de quitarse la vida con una escopeta, uno murió y el otro quedó vivo pero con el rostro desfigurado.

La demanda a Judas Priest se dio porque las familias de los jóvenes notaron que estos escuchaban el álbum Stained Class (1978) cuando tomaron la trágica decisión. En los tribunales se trató de demostrar que las canciones contenían mensajes subliminales que incitaban a los oyentes al suicidio y a la violencia. Rob Halford comentó en una entrevista: “Es un tema muy, muy interesante, perteneciente a la psicología. Pero yo no tenía idea. Sólo era un maldito cantante de una banda de heavy metal. Estábamos desconcertados por algunas de las cosas que salían de esa sala del tribunal“. Finalmente el 24 de agosto de 1990, después de 17 días de juicio, el grupo fue absuelto porque las familias no pudieron demostrar los presuntos mensajes subliminales y los abogados defensores del grupo alegaron el derecho a la libertad de expresión.

Una situación muy parecida había sucedido con Ozzy Osbourne cuando en 1985 fue demando por los padres de un joven llamado John McCollum que se quitó la vida, también de un disparo, mientras escuchaba la canción Suicide Solution del álbum Blizzard Of Oz de 1980. Luego de estar en tribunales el caso se desestimó a finales de 1985, también apelando a la primera enmienda de la constitución de los Estados Unidos que tiene que ver con la libertad de expresión y el Juez de Tribunal Superior, John Cole, afirmó: “Las personas razonables entienden las letras de las canciones y las convenciones poéticas como las expresiones figurativas que son. No puede interpretarse que las letras de las canciones y la poesía contengan la necesaria -llamada a la acción- por la razón elemental de que sencillamente no pretenden ni deben leerse literalmente”.

 

Con respecto en el caso de Judas Priest los demandantes fundamentaron sus alegatos con los supuestos mensajes subliminales de las canciones. Para quien esto escribe y como anécdota personal, hace ya muchos años atrás fui invitado a escuchar a un grupo de jóvenes cristianos que expusieron el tema del satanismo y la mala influencia de la música rock en las personas. El lugar en donde se ofreció la plática fue en casa de uno de ellos. Habíamos aproximadamente cuatro personas, era 1991 y utilizaron un proyector de diapositivas y una grabadora para tocar la música. Antes que nada nos dijeron que el maligno tiene muchas formas de manifestarse y  corromper a la humanidad, por supuesto la música es un vehículo para esparcir su mensaje del maldad y perversión.

Nos fueron explicando, sin yo entender realmente lo que se decía, qué eran los mensajes subliminales y cómo influían en nuestro compartimiento cotidiano, así como también nos hundían en el pecado. Claro que sin ton ni son se lanzaron a darnos los primeros ejemplo de “bandas satánicas”. Para esto mencionaron que si se tocan los discos de vinil en forma contraria a como se reproducen habitualmente (es decir al revés) encontraríamos frases que nos helarían la sangre y nos quitarían la venda de los ojos. Por supuesto que The Beatles fue uno de los que sirvieron para demostrar esto; Revolution 9 del Álbum Blanco se invirtió y se oyó muy confusa la frase “turn me on dead man” ¿Y esto que significaba? Francamente no recuerdo lo que se dijo (aunque esta era una de las presuntas pistas de la muerte de Paul McCartney), pero se siguieron con Stairway To Heaven de Led Zeppelin, aquí no hubo necesidad de escuchar la canción al revés ya que la letra “era altamente satánica” porque “a veces las palabras tienen dos significados“. Lo curioso es que contaron una anécdota (falsa para variar) que decía que para la grabación de Whole Lotta Love Jimmy Page había adquirido la casa (o castillo) del poeta y maestro de las artes ocultas, Aleister Crowley, y al ser un lugar embrujado en el momento de grabar la parte del puente de dicha canción, el músico realizó una invocación al demonio y dejó que la consola registrara todos esos sonidos en collage que escuchamos y los incorporó al corte final de este tema. Es decir que esos ruidos fueron hechos por  espíritus oscuros (aunque uno de ellos sonaba igualito a Robert Plant).

Nada de lo que narraban tenía sentido, ni jamás dieron una fuente de dónde habían sacado todos esos disparates. Como el caso de Another One Bites The Dust de Queen que al invertirla juraban que se escuchaba “quiero fumar marihuana” y remataba diciendo que un joven luego de oír este tema del álbum The Game (1980) quiso fumar un porro y se volvió adicto, razón por la que murió por una sobredosis. Igualmente con Kiss descubrimos que su nombre eran las siglas de Kids International Service Satan (juro que así lo dijeron), o que el Hotel California, de The Eagles, en realidad era una iglesia satanista y que la canción describía los rituales que ahí se hacían, en donde nadie podía escapar de ellos. Lo curioso es que la cosa no paró ahí, le tocó el turno a la música más “inocente” representada por el divo de Juárez ,Juan Gabriel, con su éxito Querida que incluía mensajes ocultos; asimismo también  mencionaron a Gloria Trevi y Tatiana, que en una de sus canciones de escuchaba “soy la bestia”, mientras que en otra de la Trevi se percibía algo como “debes obedecer” (¿pero a quién al diablo o a Sergio Andrade?)

Luego de casi un hora de ejemplos musicales, anécdotas falsas (algunas de risa loca, como esa en donde Paul Stanley en un concierto incitó a las mujeres a cometer un asesinato a cambio de una noche de placer con él -juro que así lo narraron- ) y análisis de portadas de disco que iban desde los Sabbath, Dio y Alan Parsons Project, se terminó la conferencia. La conclusión a la que se llegó es que la música en si no es mala, ni el rock , ni el metal, ni el pop, ni la ranchera, ni la cumbia, ni la salsa (ahora me entero que ni el reggetón), sino que la maldad proviene de los grupos entregados al demonio y sus letras, porque existen todos estos géneros y estilos en sus versiones cristianas en donde (como se dijo en un episodio de Los Simpson) sólo se cambia el baby por Jesús en la letra de la canción y esta pasa a convertirse en lo que llaman una alabanza.

Ahora con el  “sugerir”, por parte de un representante de la Iglesia Católica, la cancelación del  concierto de Marilyn Manson vuelve a surgir la polémica que la música influye en la mala conducta de las personas que la escuchan, haciendo más fácil el trabajo del señor del mal, ese ángel que fue expulsado del paraíso, que jamás se cansará de perder a la humanidad en el pecado a través del rock y de la música en general. Todos tenemos derecho a creer en lo que queramos, a seguir una religión cualquiera  que sea y escuchar la música que más nos guste sin que haya prohibiciones por parte de nadie.

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